Los ideales del sillón y los asados, los derechos universales, la libertad
y la dignidad dogmática bajada de los cielos, se estrella contra la
realidad del poder de las armas y el control casi invisible de lo que está
bien.
Los caprichos del dueño de la pelota siempre se imponen.
A despertar de una vez por todas o a llorar al campito.
Acá tenes el límite real de lo que llaman matrix.